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#128 La estrella de la Luz verdadera


Este pesebre me lo regaló en febrero de 2014 mi amiga Daniela Vulcano. Lo trajo de la ciudad argentina de Villa Gesell, aunque tiene inconfundibles rasgos andinos.
Es una sola pieza, con cordón para colgar, hecho en cerámica. Se trata de la figura de la Sagrada Familia colocada en el centro de una estrella.
Al verla, no sé por qué, me recordó a esas estrellas que se colocan en el Paseo de la Fama, en Hollywood, para rendir "tributo" a las "celebridades", personas como cualquiera, con talentos para el arte, pero que el mundo -el lucrativo "star system"- convierte en ídolos de barro.
En el Paseo de la Fama hay unas dos mil de estas estrellas... En ninguna se recuerda al que verdaderamente tiene Luz propia para alumbrar a las naciones...
¿Qué ocupa el centro de la estrella que está en nuestro corazón?
Muchas veces cedemos el centro de nuestra vida a ídolos de barro, no tan solo "celebridades" de carne y hueso sino ambiciones vanas, preocupaciones inútiles, deseos propios...
Cuando dejamos que todo esto ocupe toda nuestra vida, desplazamos del trono al verdadero Rey y perdemos el eje de nosotros mismos.
"Cristo es el centro, Cristo centro de la creación, del pueblo y de la historia", recordó el Papa Francisco en noviembre de 2013 en su homilía de la solemnidad de Cristo Rey.
Como este pesebre, la imagen de Cristo Rey, dice Francisco, "nos ayuda a entender que Jesús es el centro de la creación".
"Y así la actitud que se pide al creyente, que quiere ser tal, es la de reconocer y acoger en la vida esta centralidad de Jesucristo, en los pensamientos, las palabras y las obras. Y así nuestros pensamientos serán pensamientos cristianos, pensamientos de Cristo. Nuestras obras serán obras cristianas, obras de Cristo, nuestras palabras serán palabras cristianas, palabras de Cristo. En cambio, La pérdida de este centro, al sustituirlo por otra cosa cualquiera, solo provoca daños, tanto para el ambiente que nos rodea como para el hombre mismo", sostiene el Papa.
Cuando Jesús es el centro de nuestro corazón, insiste Francisco, "incluso los momentos más oscuros de nuestra existencia se iluminan".
Ningún ídolo de barro puede hacer esto dentro tuyo. ¡Solo la Luz verdadera!

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