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Pesebre invitado #78: Esperando al Niño Jesús en Bolivia


Éste es el nacimiento que mi amiga Gina Baldivieso de Arze arma cada año en su casa en La Paz, Bolivia.
Tiene sabor a tradición familiar y a renovada esperanza. A costumbres de antaño y a creatividad siempre nueva. Al fin y al cabo, Quien nace en la gruta de Belén es la "Hermosura siempre antigua y siempre nueva" de la que habla san Agustín.
Les comparto lo que Gina misma escribió sobre su pesebre...
"Quien trae los regalos a casa no es Papá Noel, es el Niño Jesús, o Manuelito, como se le llama popularmente en Bolivia. Esa es la tradición inculcada por mis papás desde que tengo memoria.
Y precisamente entre mis primeras memorias más queridas están las relacionadas con las fiestas de fin de año, empezando por los despertares en las mañanas de víspera de la Navidad con la emoción de poner el pesebre o belén, o “armar el nacimiento”, como le decimos aquí en mi país.
Fue mi papá quien contribuyó a esa emoción, pues pese a que mi hermana y yo éramos muy pequeñas, nos permitió desde siempre involucrarnos en el armado del arbolito navideño y el nacimiento con todo el entusiasmo posible.
Gracias a sus historias y explicaciones conocimos –y pudimos comprender– a muy corta edad sobre la Sagrada Familia, los Reyes Magos, la estrella de Belén e incluso alguna creencia peculiar como, por ejemplo, por qué no se deben poner cerditos en el nacimiento (por su supuesta negativa a ir a ver a Jesús cuando nació, algo que también les valió andar siempre mirando al suelo).
Recuerdo que no importaba el momento en que colocásemos el nacimiento, si semanas antes del 24 de diciembre o el mismo día, el único espacio que siempre debía quedar vacío hasta la medianoche era el del Niño Jesús. Y es que en casa la tradición era mandar a dormir temprano a las niñas para despertarlas después de las 0.00 del 25, cuando Jesús ya había nacido y ahí podíamos verlo en el pesebre, tan bueno Él que incluso siendo su cumpleaños, traía regalos para toda la familia, regalos que también fueron colocados por mis papás y abuelos mientras dormíamos.
Ahora que llevo casada casi doce años, con esa misma ilusión armo todos los años el nacimiento en casa. Uno de los Niños que tenemos es el que me regaló una amiga de mis papás cuando era niña y el otro fue un obsequio de mi cuñado. Esa es otra creencia que ronda los mercadillos navideños populares aquí, que el Niño Jesús no debe ser comprado, es mejor que te lo regalen o lo regales a alguien para augurarle prosperidad. Lo mismo que la tradición de comprarle algo todos los años, sea ropa, un juguetito o algún animalito nuevo para el pesebre.
Así fue como cada año me lanzo a los mercadillos en busca de algún nuevo integrante, desde las típicas ovejas, vacas, burritos, patos y conejos, hasta otros animales menos comunes para la ocasión, como osos pandas, pingüinos, jirafas e incluso aquellos osados cerditos que estaban vetados en el pesebre de mis papás (y que no miran para abajo en mi nacimiento, no, estos miran de frente y sonríen al ser parte de algo tan especial). Y no, no es cuestión de escalas ni de exactitud geográfica o histórica, todos son bienvenidos en el nacimiento de casa.
Esa ilusión del nacimiento no la pierdo por nada, menos después de haber pasado un año tan complicado, tan lleno de malas noticias y en el que es más necesario que nunca el renacer de la esperanza, esa esperanza que nos trae la llegada de Jesús".
¡Gracias, Gina, por compartirlo!




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