Ir al contenido principal

#250 Principito


Este pesebre me lo regaló mi amiga Eukene Oquendo en mayo de 2018. Lo trajo de Valencia (España), su tierra, y fue hecho por María José, una amiga de su familia que se dedica a hacer manualidades.
Está hecho con trozos de paño de distintos colores, con pespuntes y bordados. Son dos piezas unidas, una con el conjunto de la Sagrada Familia, y la otra con la estrella de Belén. Como una se apoya en la otra, en un primer momento se me ocurrió escribir sobre la importancia de apoyarnos en Jesús y de, sostenidos por Él, ser apoyo para otros.
Buscando algo de inspiración, me topé con el "soy responsable de mi rosa", una de las frases destacadas de "El Principito". Y como una cosa va llevando a otra, terminé leyendo sobre la conexión entre el famoso relato del niño caído del asteroide B-612 y el Niño Jesús de Praga...
Hay quienes afirman que Antoine de Saint-Exupéry (1900-1944), el célebre aviador y escritor francés, se inspiró en el Divino Niño -el pequeño Rey- para su tierno personaje.
Intrigada, volví a las páginas de "El Principito" después de años, por no decir décadas, para releerlo en esta clave... No sé si Saint-Exupéry se inspiró o no en el Niño de Praga, pero ciertamente en el relato hay algunos detalles que me recuerdan a Jesús.
La primera resonancia está en la dedicatoria "al niño que fue" aquel amigo del autor, ya una persona mayor, y que tiene necesidad de consuelo... Para entrar al mundo del Principito se necesita la comprensión -la mirada- de un niño... También para entrar al Reino de los Cielos. "Si no os hacéis como niños...".
Los "mayores" -el rey poderoso, e vanidoso, el bebedor, el ambicioso hombre de negocios, el geógrafo anciano...- se creen importantes y grandes, pero son muy complicados y les cuesta aceptar las verdades más fundamentales.
"Si les decimos: 'La prueba de que el principito ha existido es que reía, era encantador y quería un cordero'. No lo entienden ni lo creen, aunque 'querer un cordero' sea una prueba irrebatible de existencia; las personas mayores se encogerán de hombros y nos dirán que nos comportamos como niños. Pero si les decimos: 'el planeta de donde venía el principito es el asteroide B-612', quedarán totalmente convencidas y no dudarán más ¡ni modo!, hay que entender que son así. Los niños deben ser muy condescendientes con las personas mayores", dice el libro de Saint-Exupéry en uno de sus pasajes.
Es necesario ser como niños. La Buena Noticia es revelada y acogida por los "pequemos", mientras que queda oculta a los "sabios y entendidos". Fariseos, sacerdotes y doctores de la Ley desconfiaban de Jesús, no entendían sus palabras, le exigían pruebas, señales... "Quien no acoja el reino de Dios como un niño no entrará en él".
La mirada del Principito, que es la de un niño, también me recuerda a la de Dios. El Principito era capaz de ver un cordero a través de una caja. La mirada del Señor también va más allá... "La mirada de Dios no es la del hombre; el hombre mira las apariencias, pero Dios mira el corazón".
Con todo, podemos pedir prestados los ojos a Dios si nos volvemos como niños y así ver "bien" lo que hay que ver. "Sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible a los ojos", formula el zorro al Principito al revelarle su secreto. "Felices los puros de corazón porque ellos verán a Dios", dice Jesús.
Otra resonancia bíblica es la del desierto. El narrador, un aviador forzado a aterrizar por una avería en el Sahara, confiesa que vivía solo, "sin alguien con quien poder hablar verdaderamente", hasta que en aquellas arenas solitarias conoce al Principito. También Dios suele salir a nuestro encuentro en los "desiertos" de la vida... El desierto guarda un pozo oculto, un tesoro escondido, la belleza invisible.
Tiempo y diálogo. Eso se necesita para construir una relación. Dice el aviador que necesitó tiempo para comprender de dónde venía el Principito y que, poco a poco, las palabras del niño le fueron revelando sus secretos. También nos pasa así en la relación con Dios.
Hay algo más para crear vínculo con Dios y es ese dejarse "domesticar" que tan bien define el zorro en palabras que casi se pueden tomar prestadas como oración al Señor: "Si tú me domesticas, entonces tendremos necesidad el uno del otro. Tú serás para mí único en el mundo, como también yo lo seré para ti... Si tú me domesticas, mi vida se llenará de sol y conoceré el rumor de unos pasos diferentes a los de otros hombres".
¡Y las preguntas! Esas benditas preguntas, insistentes, simples, directas y, por eso, tan incómodas para los "mayores" que hace el Principito... ésas me recuerdan mucho a las preguntas de Jesús: "¿Y ustedes, quién dicen que soy yo?", "¿Me amas de verdad?", "¿También ustedes quieren irse?", "¿Ni siquiera habéis sido capaces de velar una hora conmigo?"...
El amor del Principito por su rosa, la fidelidad a su flor, también me recuerda al amor de Jesús por cada persona, con verdadero celo, como pastor que es capaz de dejarlo todo, hasta la vida, por su oveja perdida.
El Principito regresó a su casa, pero su risa se ha quedado en las estrellas que cascabelean cuando su amigo aviador las contempla. Presencia misteriosa, aunque real. Pero más real, verdaderamente real, es la Presencia de Jesús entre nosotros, cada día, hasta el final de los tiempos.


"Tengo sed de esta agua –dijo complacido el principito–, dame de beber...
¡Entonces comprendí lo que él había buscado!
Levanté el balde hasta sus labios. Bebió con los ojos cerrados. El espectáculo era bello como un día de fiesta.
Aquella agua era algo más que un alimento. Había nacido del caminar bajo las estrellas, del canto de la polea, del esfuerzo de mis brazos. Era como un regalo para el corazón... Cuando yo era niño, las luces del árbol de Navidad, la música de la misa de medianoche, la dulzura de las sonrisas, daban su resplandor al regalo de Navidad que recibía". 

Antoine de Saint-Exupéry, "El Principito", capítulo XXV.

"Una mujer samaritana llegó para sacar agua, y Jesús le dijo: 'Dame de beber'...
Jesús le dijo: 'Si conocieras el don de Dios, si supieras quién es el que te pide de beber, tú misma le pedirías agua viva y él te la daría'.
Ella le dijo: 'señor, no tienes con qué sacar agua y el pozo es profundo. ¿Dónde vas a conseguir esa agua viva?'.
Jesús le dijo: 'El que beba de esta agua volverá a tener sed, pero el que beba del agua que yo le daré nunca volverá a tener sed. El agua que yo le daré se convertirá en él en un chorro que salta hasta la vida eterna'".

Evangelio según San Juan, capítulo 4.



Comentarios

Entradas populares de este blog

#254 Un ajuar para el Niño

Este Niño precioso me lo regaló mi amiga Annie Calzia en julio de 2018. Lo trajo de Santiago de Chile y por eso acudí a Teresa de los Andes (1900-1920), carmelita chilena canonizada en 1993, para escribir estas líneas. En una de sus cartas a su prima Herminia Valdés Ossa, Teresa le da algunos consejos para vivir el tiempo de Adviento, que está a punto de empezar. "Prepárate para Navidad. Piensa todos los días en Jesús que, siendo Dios eterno, nace como un tierno Niño; siendo Todopode­roso, nace pobre, sin tener con qué resguardarse del frío. Necesita de su Madre para vivir, siendo Él la Vida", le escribe a su prima, a quien llamaba cariñosamente "Gordita". Y a continuación le hace una "lista" para que le prepare un "ajuar" al Niño Jesús: "Camisitas para abrigarlo: cinco actos de amor diarios y deseos de recibirlo en la Comunión. 'Jesús mío, ven a mi pobre corazón, que sólo desea latir por Ti'. Mantillas para envolverle sus pi

#275 El pozo de Belén

Este pesebre me lo regaló en mayo de 2019 mi amiga Daniela Temelini. El nacimiento fue hecho por la hermana de Daniela, carmelita descalza del Monasterio Santa Teresa de Jesús, de Buenos Aires. Cuando lo vi, lo que más me llamó la atención fue un aljibe al costado del pesebre. ¿Qué hace un pozo de agua allí? Lo curioso es que en Belén no hay uno sino tres pozos de agua históricos, cisternas cavadas en la roca, a poca distancia de la iglesia de la Natividad. Son los pozos del rey David, asociados al episodio de los tres valientes soldados que irrumpen en el campamento de los filisteos para buscar agua, narrado en el segundo libro de Samuel y el primero de Crónicas: "Estos tres, los más valientes de los treinta, bajaron juntos donde David, a la caverna de Adulam, en el tiempo de la siega, mientras que una tropa de filisteos acampaba en el valle de Refaím. David estaba en el refugio y había en Belén una guarnición filistea. Se le antojó decir a David: '¡Cómo me gustaría be

Niños invitados #39: Los "Manuelitos" de Mama Antula

En agosto de 2016 tuve la oportunidad de visitar la Santa Casa de Ejercicios Espirituales, de Buenos Aires, faltando pocos días para la beatificación de la fundadora de este sitio histórico, María Antonia de Paz y Figueroa . Conocida popularmente como Mama Antula, María Antonia nació en la provincia argentina de Santiago del Estero en 1730, cuando aquel territorio dependía del Virreinato del Perú. A los 15 años hizo votos de pobreza y castidad, adoptó el nombre de María Antonia de San José y, junto a otras compañeras, bajo una forma de vida consagrada conocida entonces como "beaterio", se dedicó a asistir a los jesuitas en su labor pastoral y social, en particular en los Ejercicios Espirituales de san Ignacio de Loyola. La figura de Mama Antula se hizo conocida gracias a su empeño por mantener vivo el carisma ignaciano luego de que en 1767 el rey español Carlos III decretara la expulsión de los jesuitas de sus territorios, lo que la movió a recorrer varias provincias del n