Este pesebre me lo regalaron papá y mama para la Navidad de 2022. Las imágenes son preciosas. Están pintadas a mano y uno de los detalles que más me llamó la atencion es que las figuras tienen remiendos en sus ropas.
Le he dado muchas vueltas a los remiendos de este pesebre. ¿Son un signo de pobreza de la Sagrada Familia? ¿Son los remiendos de los que habla Jesús en el Evangelio?
Despues de mucho contemplar este pesebre he pensado que estos remiendos son las heridas que acarreamos y con las que hemos de presentarnos, humildemente, ante el Niño en Belén. Sí. Si hay Alguien que ha venido a hacerse cargo de nuestras heridas, ése es Jesús. El Señor no se espanta de nuestros "rotos". Y solo Él es capaz de repararnos, restaurarnos y salvarnos. Y solo Él es capaz de transformar nuestra herida en una oportunidad de vida nueva, de verdadera conversión, de nuevo impulso hacia nuevos horizontes, tal como lo hizo hace cinco siglos con Ignacio de Loyola, cuya herida en batalla le abrió el camino hacia los maravillosos planes de Dios para su vida y para la de tantos otros.
Una herida que se convirtió en cicatriz en el encuentro fecundo con otros malheridos también sanados por el Dios de la Vida, una experiencia transformante que bellamente rescata el jesuita José María Rodríguez Olaizola en la letra de esta canción, "La herida", que aquí les comparto, para seguir contemplando este pesebre...
"Al final de la vida llegaremos
con la herida convertida en cicatriz.
El amor pasará varias facturas,
el camino nos dejará mil huellas...
Con la misma pared tropezaremos.
Alguna decepción nos hará mella...
Mas somos hijos de un Dios enamorado,
sedientos buscadores de respuestas.
Somos pura ambición que Tú sembraste
para que así tu reino floreciera.
Al final de la vida llegaremos
con la herida convertida en cicatriz.
Lucharemos a muerte con el ego,
sentiremos que el tiempo nos aprieta,
guardaremos derrotas en la entraña,
perderemos la música y la fiesta.
Y, con todo, seguiremos bailando
porque así somos, humanos en tu estela,
portadores de un fuego inextinguible,
creyentes en un mundo sin fronteras.
Al final de la vida llegaremos
con la herida convertida en cicatriz.
Somos fragilidad entusiasmada,
soñadores que no se desesperan.
Nunca renunciaremos al mañana,
aunque en el hoy nos toque la tormenta.
Y si acaso se agrietan los motivos
por los que un día elegimos tu bandera,
agrietados seguiremos caminando,
que tu Evangelio es ahora nuestra tierra.
Al final de la vida llegaremos
con la herida convertida en cicatriz".
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