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#274 Santos de barro


Este pesebre lo compré en mayo de 2019 en la tienda Arca da Terra, en Recife (Brasil). Fue hecho en barro por la artista Lenys -Grecylene Mascarenhas da Rocha-, de Tracunhaém, una ciudad del estado de Pernambuco que se distingue por su artesanía en barro.
La imagen de Dios como el alfarero que da forma a nuestro barro aparece varias veces en la Biblia, empezando por el relato en el Génesis de la creación del hombre a partir de polvo de la tierra.
"Tú, Señor, eres nuestro Padre. Nosotros somos el barro, Tú eres el alfarero; Todos somos obra de tu mano" (Isaías 64, 8).
El barro es muchas veces menospreciado como algo sucio, corriente, sin valor. Sin embargo, el Alfarero no tiene repugnancia alguna de tomarlo en sus manos, darle forma y, al contemplar su obra, admirarse: "Y vio Dios que era bueno".
No obstante, nosotros tendemos a rechazar nuestro barro, nos damos por perdidos sin considerar que Dios no solo conoce de qué estamos hechos sino que nos ama y es capaz de modelar con sus manos una obra de arte -un santo- a partir de nuestro barro.
San Manuel González (1877-1940), conocido como el "obispo de los sagrarios abandonados", decía que muchos llegarían a santos si depusieran el error de creer que los santos fueron de acero, de nubes, de cielo o de sol... cuando, en realidad, no hay más santos que los de barro... "¡Y de un solo barro, marca Adán!", recalca.
En su libro "Nuestro barro", don Manuel presenta una colección de grandísimos santos de barro. Desde san Pedro al cura de Ars, todos tuvieron que luchar con defectos, debilidades, ignorancia, enfermedad, limitaciones, pruebas exteriores e interiores, escrúpulos, desánimos, noches oscuras... y cuando cayeron, Dios los levantó.
"¿Por qué ha dejado Dios el barro en los santos de la tierra? Cuando el hombre se propone un fin, escoge el instrumento más a propósito para conseguirlo, un soberano elige los ministros más competentes para este cargo y el que quiere hacerse un retrato no se lo encarga sino a un artista. Pero Dios emplea un procedimiento enteramente opuesto: emplea para sus obras grandes, instrumentos débiles y pequeños completamente incapaces de hacer nada por sí mismos. Quiere demostramos que Él obra por sí solo y busca la debilidad más extrema para que no seamos tentados de atribuir la gloria de sus obras al instrumento del cual se vale. Siempre escogió la debilidad para confundir la fuerza", explica san Manuel González.
Por eso, recomienda dejar de lado el amor propio y quedarse más bien con las miserias de propio barro, que son las que aseguran "la propiedad y la posesión del Amor misericordioso".  Sí, nuestra pequeñez, nuestra pobreza, nuestro barro, es lo que atrae la Misericordia de Dios, el Amor transformante del Alfarero Divino.
Y así como el barro amasado necesita ser horneado para convertirse en una obra de arte, así nosotros necesitamos pasar por el calor ardiente del Corazón de Cristo para ser santificados.
"Que no se me alarmen los teólogos si hablo de definir lo indefinible. El Corazón de Jesús, a nuestra corta vista, es una especie de máquina divina en la que se mete un muñeco de barro soberbio y presuntuoso y se saca un santo. ¿Que parece fuerte la palabra muñeco? Sustituidla por la de tibio, ingrato, flojo, inconstante, pícaro, según os venga mejor. Lo que sostengo es: que como uno se dedique en serio a pedir y a trabajar por meterse en el Corazón de Jesús, y, si desgraciadamente se sale por una mala partida, a volverse a meter, sale Santo; ¡así con S mayúscula!", asegura don Manuel.

Oración al Alfarero Divino
"Corazón de Jesús Sacramentado, por tu Madre Inmaculada, te pido concedas a este pobre barro mío: 
-Hacer bien a los malos sin hacerme malo. 
-Olerte desde lejos. 
-Adivinarte oculto. 
-Sentirte presente por instinto. 
-Conocerte y conocerme. 
-Amarte y despreciarme. 
-Reconocerte mio y reconocerme tuyo. 
-Enloquecerme amándote.
-Ser tuyo más que mío. 
-No ser mío para ser sólo tuyo. 
-Ser Tú y no ser yo. 
-Dejar sabor y olor a Ti en pos de mi. 
-Hacer mucho bien en torno mío y que nadie, más que Tú, caiga en la cuenta. 
-Que me paguen mis cariños y sacrificios por mis prójimos con olvido para mí y cariño para Ti. 
-Dejar a todo el que me mire o me oiga un poco de luz y de paz y que sólo lo agradezcan a Ti".
San Manuel González

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