Ir al contenido principal

#271 Monserrate


Este pesebre me lo regaló en marzo de 2019 mi amigo Sebastián Meresman. Las figuras son miniaturas hechas en bronce, presentadas dentro de una caja con forma de corazón, y vienen literalmente de las alturas: el santuario del Señor Caído que se encuentra en la cima del cerro Monserrate, de 3.152 metros de altura y a cuya sombra se encuentra la ciudad de Bogotá, capital de Colombia.
Este sitio, además de ser punto de peregrinación y un área de bellezas naturales, está lleno de leyendas e historias curiosas, como la del canadiense Harry Warner, el equilibrista que atravesó 890 metros sobre una cuerda floja tendida entre el vecino cerro de Guadalupe y el Monserrate, con el río San Francisco por debajo.
Aquella hazaña la concretó el 20 de diciembre de 1895.
Warner era una mezcla de showman con deportista extremo del siglo XIX, famoso por dar este tipo de espectáculos en diferentes países.
Con los ojos vendados y una larga vara en sus manos, Warner caminó sobre la cuerda. En un punto de su audaz recorrido hasta se arrodilló y se volvió a poner de pie.
Cuentan que al llegar al Monserrate algunos testigos le preguntaron cómo había hecho para lograr la hazaña. Harry Warner les contestó que se había colgado al cuello un escapulario con la imagen del Señor Caído de Monserrate -aquel que representa al Cristo que cayó tres veces y se levantó otras tantas en el camino al Calvario- y que había sido el mismo Señor quien, con hilos invisibles, le había sostenido y le decía "dichoso tú que has creído".
Me encanta esta historia como metáfora de la confianza en Dios que necesitamos para transitar la vida, vida en la que tantas veces sentimos que caminamos por la cuerda floja, a ciegas, tambaleándonos, con el vértigo y el miedo que se experimentan al borde de lo desconocido... son esos "hilos invisibles" del abandono confiado en las manos de Dios los que nos sostienen. Pero hay que creer, no en nuestra capacidad como "equilibristas" de la vida, sino en Él.
Curiosamente, el intrépido Warner realizó su proeza cuando faltaban muy pocos días para la Navidad, el misterio tan bellamente representado en el pesebre. En la liturgia, los 20 de diciembre están dentro de las llamadas ferias de Adviento y ese día -salvo que caiga en domingo- el Evangelio que se proclama es el de la Anunciación (Lucas 1, 26-38). Se trata, precisamente, del relato de un mayúsculo acto de confianza en Dios, el "sí" de María a la encarnación del Hijo en su seno, un verdadero paso adelante, hacia lo desconocido, un "sí" que no ignora la propia pequeñez, los propios límites, pero que confía en que "para Dios nada es imposible".
Me gusta pensar en María como la equilibrista que, en favor de la humanidad entera, atraviesa el precipicio hacia la cima de la redención, sostenida por esos hilos invisibles de la gracia de Dios. Y Ella sí bien que merece que le digamos: "¡Dichosa tú por haber creído!" (Lucas 1, 45).




"Confía en el Señor con todo el corazón, 
y no te fíes de tu propia sabiduría.
En cualquiera cosa que hagas, tenlo presente: 
Él aplanará tus camino.
Todas sus sendas son seguras.
Avanzarás entonces con confianza, 
sin miedo a tropezarte.
Porque Dios estará a tu lado 
y tu pie no quedará metido en una trampa".
Proverbios 3

Comentarios

Entradas populares de este blog

#254 Un ajuar para el Niño

Este Niño precioso me lo regaló mi amiga Annie Calzia en julio de 2018. Lo trajo de Santiago de Chile y por eso acudí a Teresa de los Andes (1900-1920), carmelita chilena canonizada en 1993, para escribir estas líneas. En una de sus cartas a su prima Herminia Valdés Ossa, Teresa le da algunos consejos para vivir el tiempo de Adviento, que está a punto de empezar. "Prepárate para Navidad. Piensa todos los días en Jesús que, siendo Dios eterno, nace como un tierno Niño; siendo Todopode­roso, nace pobre, sin tener con qué resguardarse del frío. Necesita de su Madre para vivir, siendo Él la Vida", le escribe a su prima, a quien llamaba cariñosamente "Gordita". Y a continuación le hace una "lista" para que le prepare un "ajuar" al Niño Jesús: "Camisitas para abrigarlo: cinco actos de amor diarios y deseos de recibirlo en la Comunión. 'Jesús mío, ven a mi pobre corazón, que sólo desea latir por Ti'. Mantillas para envolverle sus pi...

#275 El pozo de Belén

Este pesebre me lo regaló en mayo de 2019 mi amiga Daniela Temelini. El nacimiento fue hecho por la hermana de Daniela, carmelita descalza del Monasterio Santa Teresa de Jesús, de Buenos Aires. Cuando lo vi, lo que más me llamó la atención fue un aljibe al costado del pesebre. ¿Qué hace un pozo de agua allí? Lo curioso es que en Belén no hay uno sino tres pozos de agua históricos, cisternas cavadas en la roca, a poca distancia de la iglesia de la Natividad. Son los pozos del rey David, asociados al episodio de los tres valientes soldados que irrumpen en el campamento de los filisteos para buscar agua, narrado en el segundo libro de Samuel y el primero de Crónicas: "Estos tres, los más valientes de los treinta, bajaron juntos donde David, a la caverna de Adulam, en el tiempo de la siega, mientras que una tropa de filisteos acampaba en el valle de Refaím. David estaba en el refugio y había en Belén una guarnición filistea. Se le antojó decir a David: '¡Cómo me gustaría be...

Niño invitado #63: Doctorcito Jesús

Esta foto la tomé en abril de 2018 en la preciosa Basílica de San Francisco, en Lima, Perú. Es la imagen del Niño Jesús Doctorcito y puedo dar fe de la devoción que le tienen los limeños pues en el rato que estuve allí de visita no cesaron de acercarse, especialmente niños y ancianos, para rezar ante ella con sencilla piedad. Es peculiar la imagen: el Niño, con algunos juguetes, sentadito en un trono, vestido como médico, con ambo y zapatos blancos, y un estetoscopio. Jesús, que curaba a los enfermos, corporal y espiritualmente, se llamó a sí mismo médico: "No es la gente sana la que necesita médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores" (Marcos 2, 17). La imagen de Jesús como médico es preciosa. El médico -al menos el médico ideal- no solo sabe cómo restaurar la salud, sino tambiñen proteger y sostener toda vida. Ha de interesarse por su paciente como persona, en forma íntegra, y no solo por una parte de su cuerpo. Genera un vínculo de co...